En el marco de las fiestas patrias, en el pueblo de las Lagunillas, se vive una triada de fiestas en donde está de manifiesto el orgullo barrial, la identidad y el sentido de pertenecía a ese rinconcito que los vio nacer.
Barrio arriba, barrio enmedio y barrio abajo se organizan con meses de anticipación para determinar su comité de fiesta, elegir su reyna y, sobre todo, como cubrir los gastos para hacer el mejor baile de tidos.
Llegado el día posterior al grito de independencia, comienza el jolgorio, cuando pasean al toro de once salen a escena las mojigangas, la música de banda que acompañan el desfile por las calles del pueblo a su reyna. Con banderas, pero sobre todo, con un generoso baño de harina y cerveza… Infaltable, la más espirituosa bebida, “La cola de Rata”, hecha en fermentación de alcohol, azúcar y frutas endémicas del pueblo como arrayán y capulín, aunque la de coco no desmerece nada.
Rol fundamental juegan “los norteños”, sanpedreños migrados a Estados Unidos que regresan a dónde tienen su ombligo, para vivir y revivir sus fiestas, sus anhelos, sus memorias.
Por la tarde, el corral de toros es el preámbulo festivo para una velada al límite de la euforia y excesos, porque la plaza principal, será la siguiente parada, donde será el baile de gala por tres días consecutivos hasta ver salir el sol… Así se viven los topaderas de San Pedro Lagunillas, Nayarit.
Dr. Jeraar Ramos
fotos: Christian Ruano/óptico noticias.







